y después de mi muerte? …¡Mientras, que siga la vida!

Hay un tema tratado por Hoy, revista ctrónica de la Derecha:  a lo largo de nuestra vida, sin importar la etapa en que nos encontremos, todos nos preocupamos por  «El Amor, la Muerte y el Tiempo». Tal es  el título del libro de Juan Jesús Priego. El autor hurga en la literatura universal para encontrar algunas respuestas.

<Así vio el Dante, su muerte: lo acompaña su eterna amante, Beatriz, en un recorrido por el Infierno, en La Divina Comedia:>

imagen incluida en el artículo de "Hoy"

«Para Priego, la importancia de insistir en la muerte, enfermedad, amistad, o alegría es imprescindible, ya que a través de ellas descubrimos el sentido de la vida, por lo que parte de estas ideas para ahondar en ellas desde una perspectiva cristiana.°

Lee casi una veintena de obras literarias para llegar a la conclusión, en el ensayo mencionado, de que la humanidad siempre ha estado hondamente afectada por  «la soledad, la muerte y la inmortalidad; la lejanía y el amor, la gana y la desgana de vivir; la fe que complica la vida, y el amor que la complica todavía más; el tiempo y la ternura; el respeto y los adioses».

La manera en la que Juan Jesús expone las cuestiones anteriores es innovadora porque primero expone tesis contrarias que hablan sobre el mismo tema y luego aborda una última desde un enfoque religioso.

El autor rebate un paradigma aceptado long ago:  la muerte nos enfrenta a la infinita, inmensa conditio sine quam non: entramos a un lugar desierto, a una terra nostra no habitada.y padecemos,  pesar y melancolía  por la ausencia, muerte o pérdida de alguien o de algo.Nada decir del que se muere.Estamos ante la ineludible carencia voluntaria o involuntaria de compañía.<así llegamos al momento de la muerte.Indeed, ¿noo es verdad que  todos morimos solos, como lo afirma Simone de Beauvoir en La Sangre de Nosotros.

Priego lo contrasta con una anécdota contada en La Travesía,  por Philippe Labro: él mismo vivió una experiencia muy común entre aquellos que están en coma y se asoman instantámente al Más Allá,  pues estando al borde de la muerte  «vio» a sus seres queridos esperándolo en el cielo.

El mencionado autor  afirma:  «nuestra muerte no será un acto de terror, sino un encuentro maravilloso», como el que soñó el francés.

Así nos invita el ensayista a recuperar la pasión para seguir en este mundo in spite of  las adversidades por las que pasemos.De veras, estoy de acuerdo con la fe católica, el deber moral de encontrar algo o alguien para desear con toda el alma, vivir, sufrir si se quiere, pero persistir en continuar aferrados a la vida, sosteniendo sin quebranto nuestras convicciones. 

Así como lo dijo el Colón de Kazantzakis: «Yo no puedo morir ahora. No puedo morir aunque quisiera. ¡No tengo el derecho de morir antes de que mi obra esté cumplida».

«Nuestra religión no nos hace la vida más fácil», señala el autor. Pero a diferencia de los ateos «sabemos que en el origen de nuestras vidas hay un designio divino y esto es algo que en medio de dolores nos permite seguir de pie».

En pocas palabras, Priego resalta que en los momentos de dificultad debemos tener paciencia y esperar a que el panorama se aclare, ya que «en esto consiste la fe y la apuesta del cristiano».

Así yo, en estos momentos cruciales de mi vida: Estoy convencido plenamente de que no puedo dejar a mi Thomas Lívingston Benjamin de tan sólo 9 años de edad, ni a mi Athenea, de cuatro, ni a mi adorada hija Aliz, como tampoco a Tt, Luisa, Li, Jorge, David, Helen..,   a todos mis seres amados, a mis queridos amigos, a GuadaLupita;

como tampoco puedo abandonar la lucha que hemos sostenido por tres lustros mi querido hermano Jorge Ramiro y yo,  por preservar la Biblioteca más importante de México,  entregándola a la nación una vez concluida la campaña electoral, SIMPLEMENTE ME ES IMPOSIBLE SALIR DE LA PALESTRA, dejar la lidia, rendirme ante las adversidades y contratiempos.antes de que cumpla con el sagrado deber de legarles mis obras, mis bienes y mi espíritu,  porque por esta raza de los Vaught, hablará nuestro espíritu.